Siendo las 11:36 pm de un día de septiembre del 2010, mi hermano entró apresuradamente a mi habitación. -Hildebrando te trajo esto-. Era un sobre blanco tamaño carta con algo solido en su interior. Tomé el sobre, lo abrí y saque de su interior cinco libros de "Cuando el infierno se congele", Sostuve uno de ellos y dejé los otros cuatro en mi mesa de noche.
Toqué por primera vez la textura de mi libro, lo observé fijamente de frente y vuelta, leí las primeras y últimas hojas de "Cuando el infierno se congele".
Tener por primera vez en mis manos un libro que lleve mi nombre en la autoría y cuyo contenido sea producto de mi pluma, es una sensación liberadora e indescriptible.
Dejé "Cuando el infierno se congele" en mi mesa de noche junto con los otros cuatro libros, apagué mi lámpara, el cuarto se cubrió de oscuridad, me tapé y rodé sobre la cama hasta encontrar la posición ideal y dormí, dormí profundamente sabiendo que mi sueño de tantos años, esa noche se había convertido en realidad.